Discurso en la celebración “Cien días de gobierno por cien años de democracia”

Buenos Aires, Plaza de Mayo

23.03.1984

Estoy seguro, que todos, sin distinción comprenden o presienten que estamos ante una hora decisiva para la Nación, para la definición de nuestro futuro. Todos sabemos que vivimos en un mundo caracterizado por los conflictos, y en buena medida, por la injusticia, enfrentamiento político, ideológico y económico entre el Este y el Oeste, que hacen que se desarrollen estrategias ofensivas y defensivas que llegan al límite mismo del peligro del propio holocausto de la humanidad, conflicto Norte-Sur a través de una acción desarrollada por las economías centrales que condenan a los países de la periferia a ser cada vez más pobres. División Internacional del trabajo que proyecta la servidumbre a que están sometidos diversos pueblos del mundo, conflictos aún dentro de los centros de poder que nos muestran las discusiones que en sus senos se realizan, pero que perpetúan la discriminación, ya que se decide sin la presencia de los países en desarrollo, medidas que desde luego sufrirán fundamentalmente. Hegemonías y dependencias, paralización del crecimiento, distribución injusta de los alimentos en el mundo que nos habla de una geografía del hambre, militarización del poder político y económico, esfuerzos sin logros, esfuerzos mayúsculos sin logros efectivos de los poderes espirituales que buscan, desde luego, privilegiar lo sagrado de la vida y hallar otra vez la huella de la coexistencia armónica de los organismos sociales. Discusión y enfrentamiento entre el juego dialéctico que se realiza entre los materialistas de izquierda o de derecha, que pretenden cegar las fuentes de la actividad creadora del hombre sin considerar las fuerzas del espíritu como fundamentales para esa acción. Un mundo en definitiva, en el que nos encontramos los argentinos cada vez más, conjuntamente con nuestros hermanos de Sudamérica y otros países en vías de subdesarrollo. Cada vez más enfrentados a quiénes, a través de un endeudamiento abrumador, sin advertir que se conduce a la crisis del sistema financiero internacional, están haciendo cada vez más vulnerables y dependientes nuestras economías. ¿Y cómo nos encuentra este mundo a los argentinos?

Recién estamos comenzando a dar los primeros pasos para salir de una crisis tremenda que padecimos todos, pero de manera muy especial los sectores desposeídos de la Argentina. Se ha deshecho y desarticulado al aparato productivo de la Nación a través de lo que se llamó la apertura irrestricta de la economía, en una actitud suicida e irresponsable.

No hemos invertido en los primeros años de la década del 80 lo que se invirtió durante la década del 70. El producto bruto per cápita de los argentinos es hoy menor que el de 1970. La producción industrial de nuestro país en 1983 fue menor que la de 1971. Tenemos las economías regionales destruidas. Una evasión impositiva que supera en muchos rubros el 50%. La pérdida de la capacidad de recaudación de las provincias que atenta contra el federalismo, porque muchas de ellas con todo lo que recaudan, no alcanzan a pagar ni el 10% de los sueldos, situaciones límites de injusticia y de inequidad social, que se ha traducido en problemas graves de deserción escolar, de mortalidad infantil, es decir, los argentinos estamos frente al cuadro de la pobreza extrema en una patria que tiene formidables recursos humanos porque es un pueblo maravilloso. Formidables desde luego también, recursos naturales. ¿Que es, en consecuencia, lo que tenemos que hacer? ¿A qué estamos desafiados los argentinos?

Se ha deshecho y desarticulado al aparato productivo de la Nación a través de lo que se llamó la apertura irrestricta de la economía, en una actitud suicida e irresponsable. No hemos invertido en los primeros años de la década del 80 lo que se invirtió durante la década del 70. El producto bruto per cápita de los argentinos es hoy menor que el de 1970. La producción industrial de nuestro país en 1983 fue menor que la de 1971. Tenemos las economías regionales destruidas. Una evasión impositiva que supera en muchos rubros el 50%. La pérdida de la capacidad de recaudación de las provincias que atenta contra el federalismo, porque muchas de ellas con todo lo que recaudan, no alcanzan a pagar ni el 10% de los sueldos, situaciones límites de injusticia y de inequidad social, que se ha traducido en problemas graves de deserción escolar, de mortalidad infantil, es decir, los argentinos estamos frente al cuadro de la pobreza extrema en una patria que tiene formidables recursos humanos porque es un pueblo maravilloso. Formidables desde luego también, recursos naturales. ¿Que es, en consecuencia, lo que tenemos que hacer? ¿A qué estamos desafiados los argentinos?

Es necesario poner en marcha una empresa de todos, que cambie el actual estado de cosas, y logre en definitiva que cobremos fuerzas conjuntamente con nuestros hermanos de América Latina, para ser protagonistas en las decisiones del mundo en el campo internacional. Es necesario una empresa heroica de los argentinos, que no puede ser llevada adelante por un sector sólo, ni político, ni ideológico, ni social. Tiene que ser la empresa de todos los argentinos resueltos a hacer el esfuerzo necesario para concretar los sueños de los hombres que nos dieron la nacionalidad. Una empresa heroica que permita la integración con justicia de las distintas regiones del país, que promueva las industrias de base, que asegure el autoabastecimiento energético, que permita también la incorporación de ciencia y tecnología masivamente a la producción agropecuaria, que termine con la banca y el sistema financiero al servicio de la especulación para ponerlo al servicio de la producción. Un esfuerzo de todos para aumentar los saldos exportables, para abrir nuevos mercados, para asegurar el consumo de nuestra población…